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de corto plazo, 2 a 3 años, buscó el
mayor rédito económico sin conside-
rar en muchos casos la conservación
de suelos. Esta cuenta netamente
económica, fue conduciendo al mo-
nocultivo de soja, sin tener en cuenta,
en muchos casos, la fragilidad de los
nuevos grupos de suelos, ni la necesi-
dad de rotaciones que contribuyeran a
la sustentabilidad del recurso. Esto no
es solo responsabilidad exclusiva del
agricultor sino también de los dueños
de los campos, por no tener en cuen-
ta este aspecto en la firma de los con-
tratos y no ejercer el control mientras
su campo estaba arrendado.
Muchas veces se transformó en una
actitud complaciente de “dejar hacer”
y solo mirar la cuenta del banco para
ver cuando se depositaba la renta.
Afortunadamente, el Estado no estu-
vo ausente y a partir del año 2012 el
MGAP puso en práctica la ley de uso
y conservación de suelos con el ob-
jetivo de conservar el recurso suelo.
El marco normativo prevé que tanto
el propietario como el agricultor arren-
datario son responsables del uso que
se le da al campo. Esto contribuyó a
generar conciencia en el propietario
sobre la importancia de cuidar este re-
curso como bien social, y se limitó al
agricultor al número y tipo de cultivos
a realizar, así como a la tecnología a
utilizar.
La disminución en la producción
pecuaria trajo con ella, cambios en
la mano de obra dedicada a ésta. Se
procesó una reconversión de los re-
cursos humanos; muchos de estos
trabajadores se mudaron al pueblo y
se emplearon en empresas de servi-
cios de maquinaria. Siguen vinculados
al medio pero desde otro lugar. Ac-
ceden a mejores salarios, viven en el
pueblo junto a la familia. También es
cierto que el tipo de trabajo necesi-
ta una capacitación distinta, no es lo
mismo trabajar con animales que tra-
bajar con maquinaria de última tecno-
logía. Muchos de estos trabajadores
no solo se debieron capacitar en el
uso de maquinaria sino que también,
y no menos importante, se tuvieron
que capacitar en las buenas prácticas
de uso y manejo de agroquímicos, por
la peligrosidad y los riesgos que estos
ocasionan.
De la mano de esta “explosión agrí-
cola” se dio un aumento de la deman-
da por técnicos, lo que permitió a jó-
venes recién recibidos o terminando
sus carreras insertarse rápidamente
en el medio laboral accediendo a bue-
nos sueldos y condiciones laborales.
Situación totalmente diferente a la
que vivieron generaciones anteriores
de técnicos cuando conseguir trabajo
agronómico era todo una proeza, y ni
que hablar de la remuneraciones que
recibían por este trabajo. Pero muchas
veces esta mano de obra calificada
pero con falta de experiencia y un
poco agobiados por la “vorágine” del
trabajo, los llevo a cometer errores o
aceptar directivas las cuales no eran
las mejores para la conservación de
los campos.
¿Cuál es el escenario el día des-
pués?
La reducción de los precios de los
granos, los altos costos de produc-
ción y transporte hacia los puertos, la
vigencia de los planes de uso y mane-
jo de los suelos incidieron en una dis-
minución en el área agrícola, en zonas
no tradicionales, que se acentúa en la
última zafra.
En este momento, entonces, se
comienzan a evidenciar los proble-
mas que puede generar la agricul-
tura cuando se retira, si ésta no se
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