Revista del Plan Agropecuario N° 167 - page 23

Estas cuestiones y otras vinculadas a
salud, ocio y tiempo libre, educación, pro-
tección frente a la violencia, modelos de
producción, han sido trabajadas y señala-
das por las mujeres rurales organizadas
en diferentes ámbitos, en un proceso en
el cual las mujeres rurales van constru-
yendo una voz propia e invitando a otras
mujeres, a pensar juntas y pensarse.
El desarrollo rural y la generación
de una metodología de trabajo
En ese marco, la Dirección General de
Desarrollo Rural del MGAP (DGDR – MGAP)
cuenta desde su creación con una com-
petencia orientada a trabajar, entre otras
poblaciones, con las mujeres rurales. A 10
años de trabajo en este tema, hemos ve-
nido desarrollando una metodología de
trabajo que, por una parte, modifique las
condiciones de distribución de recursos,
y por otro, promueva el empoderamiento
y reconocimiento de las mujeres rurales.
Los desafíos de distribución implican
trabajar para que quienes tienen accesos
limitados o sufren desigualdades puedan
también acceder y controlar recursos. En
nuestra área de trabajo hacemos énfasis
en los recursos de producción agrope-
cuaria y trabajamos para que las mujeres
rurales puedan acceder a proyectos pro-
ductivos y asistencia técnica
1
.
La parte de nuestra metodología que se
vincula con el reconocimiento y el empo-
deramiento de las mujeres rurales, es la
que en este artículo queremos compartir.
Si bien la formación siempre estuvo en
la agenda de trabajo de la DGDR, en los
últimos años la formación en materia de
género y con mujeres rurales ha pasado a
ser “una forma de hacer” en el trabajo de
empoderamiento. Desde 2016 hemos ido
elaborando una forma de intercambiar,
aprender y formarnos recíprocamente,
que se basa en una metodología de en-
cuentro y formación. Si las desigualdades
de género y la mirada de género es un
tema cultural, llegar a transformar jun-
tos/as la cultura de las políticas públicas
y del medio rural lleva tiempo, y es por
ello que esta metodología de trabajo se
basa justamente en “darse tiempo” para
el encuentro y en construir diálogos en-
tre miradas diferentes, desde regiones y
rubros distintos, desde saberes disímiles.
Mediante instancias donde se comparte
al menos una noche (en general, varias)
se trabaja con grupos de mujeres desa-
rrollando juntas la mirada de género, y
viendo los alcances y límites de esta mi-
rada en la realidad concreta de cada una.
Por ejemplo, si distribuir el trabajo do-
méstico y de la producción entre mujeres
y varones es importante, cómo trabajar
para lograr eso es igualmente relevante
pero en la práctica diferente en la horti-
cultura que en la ganadería. Por lo tanto,
si el desafío hacia adelante es aportar a
que equipos técnicos, políticas públicas y
familias rurales trabajen desde una mi-
rada de equidad, es necesario saber con
precisión cómo se expresa esa desigual-
dad en los diferentes ámbitos. Este cono-
cimiento lo tienen quienes viven a diario
la realidad de su medio, y es por ello, que
esta metodología es una invitación a pen-
sar juntos/as sobre qué desigualdades
trabajar, cómo, cuándo, con quiénes.
Son experiencias que tienen una alta
valoración por parte de las participantes,
y que han generado aportes relevantes
en materia de políticas públicas. Sobre
esto, Shirley Castro, productora de Salto,
compartía: “se crece como mujer y crece
también en lo personal, en la parte pro-
ductiva también. No se siente tan sola,
estamos tomando un poquito más de
fuerza, tenemos algo de la mujer. Hasta
hace unos años atrás estábamos presen-
tes sí porque acompañábamos a nuestros
esposos a las reuniones o porque iban
ellos y nosotros íbamos atrás pero ahora
creo que ha cambiado muchísimo, se nos
da mucha importancia, se nos valora.”
En estos años de trabajo hemos ido
identificando aportes de esta mirada de
género en diferentes temáticas, a través
de cursos de: incidencia para mujeres
rurales, género y cambio climático, gé-
nero y liderazgo juvenil, género y cami-
nería rural, buenas prácticas agrícolas
y género, violencia basada en género.
Además, en 2018 tuvimos dos experien-
cias que consideramos novedosas: la
primera fue el curso para jóvenes mu-
jeres rurales en liderazgo y el segundo
fue el seminario “Sumando Miradas”
donde invitamos a mujeres y a varones,
tanto técnicos/as como productores/as,
a pensar cómo incorporar la perspecti-
va de género en temas de producción
agropecuaria.
Foto: PDGDR / MGAP
1. Esto se hace a través de proyectos específicos para mujeres como el llamado “Somos Mujeres Rurales”, modificando los llamados generales para hacerlos más accesibles
desde un punto de vista de la equidad y cambiando las comunicaciones que hacemos de las convocatorias para que sea claro que las mujeres también son consideradas
productoras. Se apoya además con procesos de formación del funcionariado de DGDR y del resto de la institucionalidad agropecuaria, así como de técnicos/as del sector
privado en género, estas capacitaciones ayudan a que los equipos técnicos sean promotores de la mirada de género y apoyen a las familias a identificar a las mujeres como
referentes importantes de la producción.
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