El Ing. Agr. Julio Perrachon se refiere a la instalación de verdeos. Si la necesidad de forraje es a principios de otoño, lo aconsejable es la siembra de Avena en febrero, que es el único cultivo de invierno que soporta mejor la falta de agua en el suelo.
Para la siembra de la Avena es necesario tener la cama de siembra preparada con antelación, libre de malezas, la semilla debe estar curada y realizar una correcta siembra (buena sembradora, atender la profundidad de siembra, distribución y tapado de semilla).
Esta especie, es ampliamente reconocida, por sus características de buena producción de forraje, precocidad, capacidad de macollar, y posibilidad de siembra temprana. Las principales debilidades que posee, es la alta susceptibilidad a los ataques de pulgón y roya de hoja.
También, durante el invierno, no tolera excesos de humedad ni mucho pisoteo. El periodo de siembra se extiende desde febrero hasta julio, dependiendo de la variedad y el destino (forraje en pie, reserva y/o grano).
En el mercado local existen tres grupos de especies: Avena negra (strigosa), Avena amarilla (byzantina) y Avena blanca (sativa), todas logran muy buena producción de forraje, una de las principales diferencias es en el momento del año que realizan el mayor aporte de forraje y en la producción de grano. En este caso, la especie más precoz y que sirve al objetivo de producir forraje rápidamente es la byzantina o amarilla. Se destacan variedades como LE 1095 A, RLE 115, Protina 34, por la posibilidad de siembras tempranas, sin que se encañen tempranamente y por su buena adaptación al pastoreo combinando ciclos largos, habito de crecimiento semipostrado y buen macollaje. Esta característica le permite un largo periodo de pastoreo y posibilidad de cierre para la cosecha de semilla o reserva de forraje (fardos de avena con grano lechoso). La densidad de siembra recomendada es de 70 Kg/ha.
A pesar de los costos de instalación, todavía es conveniente sembrar este verdeo al tener en cuenta los valores del ganado, por lo que los resultados económicos son positivos, además hay que medir el impacto que el cultivo tiene en todo el sistema.