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los procesos que culminan en la posi-ción social de “jefe de explotación” en reemplazo de quien detentaba ese status (incluyendo generalmen-te también el cambio de “dueña de casa”), así como los pasos interme-dios de reemplazo parcial o progre-sivo. Idealmente, el reemplazo ge-neracional debería producirse en el inicio del declino en las capacidades del agricultor (físicas, tecnológicas u otras) y de la etapa ascendente de sus sucesores. Pero en América La-tina, la herencia es la mayor vía de acceso a tierras y el reemplazo suele ocurrir abruptamente, con la muerte del agricultor; así mismo, la propie-dad y la conducción pasa a menudo primero por el conyugue antes de pasar a la siguiente o subsiguiente generación (ver Dirven, 2002). La su-gerencia acá es encontrar modos de anticipar el traspaso.
Por ahora, en la región, lo común es que el proceso de sucesión esté articulado en torno al padre, quien decide cuándo y cómo transferir, más ligado a sus capacidades y dis-posición de trabajar que las exigen-cias de la gestión y las necesidades y preparación de los sucesores. Y aunque las posibilidades de sustento económico de los “viejos” son fun-damentales en el proceso de deci-sión, tener sufcientes ahorros o una pensión decente no necesariamente conlleva una intención de traspaso. Por mientras, los hijos suelen tener poca voz en las decisiones o remu-neración por sus horas de trabajo. La tradición jurídica en la región es que, sin testamento, todos los hijos e hijas legítimos heredan por partes iguales de sus padres. En la prácti-ca, las normas y costumbres llevan a un proceso de sucesión orientado esencialmente hacia los hijos hom-bres, considerando a las mujeres como “esposa -o hija- de agricultor”. Este patrón de pensamiento las ex-cluye del proceso de sucesión y he-rencia 1 .
Un proceso exitoso de traspaso de
la explotación agropecuaria incluye la transferencia del trabajo, de las decisiones y de los activos de modo que aumente el bienestar econó-mico e interpersonal de la familia (entre esposos, hermanos y gene-raciones, incluyendo nueras y yer-nos). Varios estudios concluyen que más temprano se inicia el proceso, mayor serán las probabilidades de éxito 2 –incluso a partir del nacimien-to del primer hijo o cuando alguno muestra interés y dedicación hacia las labores de la explotación-; y que los hijos más involucrados en las decisiones familiares son más pro-clives a querer hacerse cargo de la explotación. Por otro lado, no se de-ben subestimar los cambios econó-micos, familiares o de preferencias individuales (del que transfere y del que iba a recibir). Por ende, suele haber diferencias importantes entre las intenciones declaradas y las de-cisiones posteriores. Sin lugar a du-das, la discusión intrafamiliar sobre la sucesión no es fácil y los pasos a seguir para lograr un traspaso exito-so tampoco, pero es importante re-
1. Para un análisis sobre la situación en Uruguay, ver entre otros a Perrachón (2009) y Graña (1996).
2. Mayor probabilidad de que el hijo/a aún no haya salido de la explotación y encontrado un trabajo estable, mejor remunerado o con más tiempo libre, entre otros.
Resumen: Las cosas que NO hay que hacer
• Dejar las cosas para “mañana”; no planifcar; evitar tomar decisiones; no empezar temprano a planifcar y ahorrar para el retiro.
• No escribir un testamento; dejar que los hijos lo resuelven después de que “se haya ido”.
• Asumir que los demás saben lo que quiere; no discutir el tema; no es-cuchar la opinión de los demás; no involucrar a los familiares más jóvenes. • Culpar de los problemas a los demás; permanecer enojado. • Mantener el control total de la empresa familiar.
• Tratar de impedir que la generación más joven se involucre en la defni-ción de metas o en la toma de decisiones hasta que sean “mayores” (o sea, ya sean de mediana edad).
• Atar todo su sentido de valor, identidad y sentido de la vida a la explota-ción agropecuaria.
• No prestar atención a posibles alarmas: accidentes en la explotación, enfermedades propias o de algún familiar, puntos de infexión para deci-siones importantes de alguno de los hijos (p.ej. decisión sobre estudios, empleo, migración, matrimonio).
Fuente: en base a Fetsch, Robert (s.f.)
calcar que virtualmente cada familia de agricultores se enfrenta con el problema en algún momento. Un buen plan de transferencia re-quiere de información sobre aspec-tos legales, tributarios, económicos, fnancieros y de relaciones huma-nas. El apoyo de especialistas, así como talleres de identifcación de objetivos comunes y de negociación de confictos, incluso el acompaña-miento profesional en las negocia-ciones intrafamiliares, pueden ser útiles o imprescindibles. Se reco-mienda que las conversaciones sean paulatinas y abiertas a la expresión y escucha de los sentimientos de cada uno de los involucrados sobre sus requerimientos, deseos, posi-bilidades y perspectivas futuras. La socialización de los problemas e in-tercambio de experiencias con otros a través de charlas y talleres también ayudan a enfrentar mejor el proce-so. No obstante lo anterior, muchos agricultores posponen el proceso o no lo abordan nunca explícitamente, aunque padres e hijos hayan com-partido distintos tipos de trabajo y
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