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ese período es donde tiene su mayor aporte. Sin embargo se ha visto que esas vaquillonas que tienen bajo peso al fnal del invierno y son “ayudadas” con alguna alimentación especial, lo que hacen es engordar y el desarrollo sexual no acompaña a la evolución de peso. Como consecuencia esas va-quillonas no se alzan al comienzo del servicio y por lo tanto se preñan más avanzado el mismo y por lo tanto no van a parir temprano como es desea-ble. Al estar creciendo, amamantando un ternero y tener que volver a alzarse, tienen un anestro post parto (período entre el parto y el primer celo) más pro-longado que las vacas multíparas y de preñarse al segundo entore lo van a ha-cer sobre el fnal del servicio, alargan-do la parición y obteniendo terneradas desparejas y al tercer entore fallan.
El huevo o la gallina
Al principio mencionábamos los pro-blemas que tiene un sistema de cría que tiene la parición espaciada en el tiempo y todo lo que trae aparejado. De acuerdo al proceso que se descri-bió anteriormente podemos ver que surge la interrogante si el problema es de la cría o de la recría. Y en cier-to modo el problema puede ser de los dos, pero queda demostrado que en
la medida que no se realicen bien las cosas en las recrías, se puede producir un traslado de los efectos a la cría, oca-sionando distorsiones que se trasladan en el tiempo y se transforman en una espiral de problemas que complican todo el proceso y hacen confundir el origen del mismo.
La importancia de las referencias
Pero si queremos revertir la situa-ción y llegar con la mayor parte de la generación con el peso y desarrollo sexual necesario al primer servicio, es conveniente establecer paráme-tros o referencias que nos ayuden a la toma de decisiones. En la zona de Basalto (norte del país) hemos llegado a la conclusión que si una vaquillona pesa como mínimo 250 kilos a mediados de mayo previo a su primer entore y pasa un invierno manteniendo peso o con pequeñas pérdidas, llega con el peso necesa-rio y ciclando al principio del entore. Cada región tendría que establecer sus parámetros o referencias simi-lares para poder hacerse una com-posición de lugar. Con este dato y el peso de los animales sabemos lo que debemos hacer con los anima-les desde el destete, administrando los recursos disponibles.
¿Cómo podemos ayudar a la cría con las recrías?
En la medida que tengamos datos de la evolución de las recrías hem-bras y la asignación de alimentos para poder llegar a los parámetros que nos fjamos, tenemos una idea de cuántos animales van a poder in-gresar al servicio a los dos años y estar en condiciones de preñarse temprano en la estación de servicio. Este dato nos va a servir para poder tomar medidas a nivel del rodeo de cría.
Cuando se realiza el tacto (otoño) se tiene que aprovechar la ocasión para obtener información adicional para poder tomar las decisiones. Por un lado al boquear las vacas preña-das se sabe cuántas van a dar su último ternero y por lo tanto en un esquema de preparar los vientres para un nuevo entore, no van a tener prioridad. Podrán ser consideradas para que se puedan vender gordas lo antes posible, pero esa es otra “carrera”. Por otro lado al hacer el diagnóstico de gestación, además de conocer los animales preñados y fallados, podemos averiguar aque-llos vientres que tienen preñez chi-ca, o sea se preñaron tarde y van a parir tarde. Estos dos datos van a
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