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de estudiar en la UTU, nos enseña-ban otros ofcios, en aquel momen-to hacíamos leña, boniato, papa en escala, huerta, limpieza de campo con azada o a mano. Fue como una lección de vida, aprendimos a orga-nizarnos, de mañana se estudiaba, después del medio día íbamos a la UTU y a la vuelta seguíamos con las actividades de campo.
Un recuerdo que me quedó marca-do era el respeto mutuo, sinceridad y solidaridad que se lograba entre el salesiano y los alumnos. Nos ayuda-ban a “buscar” las prioridades que teníamos en la vida, a organizarnos y asumir responsabilidades.
De aquellos tiempos mantengo contacto con algunos compañeros, Cono Godan que es compañero de trabajo, Alvaro Valdez, Alvaro Ro-man, son los que ahora recuerdo. En nuestras conversaciones estamos de acuerdo en que “ante los cambios de los nuevos tiempos se han dejado ese tipo de valores sin marcar tanto, están un poco mas “blandos” porque la realidad de la casa es distinta, falta el apoyo de la familia, ha cambiado
la familia de los gurises”, en algunos casos los padres mandan los hijos para tener una preocupación menos. Antes, la separación con la familia era muy dolorosa, ahora la preferen, a que estén vagando en Sarandí
¿Cómo fue el después de esos 3 años en el Paiva, tuviste que salir a buscar trabajo ó seguiste tu for-mación?
En el Paiva, se elegía entre todos los que cursábamos el último año al mejor compañero, y el que ganaba tenía la posibilidad de seguir los estu-dios en la Escuela Agrícola Jackson o Talleres Don Bosco.
Tuve la suerte que fui elegido, y al año siguiente me encontraba estu-diando en la Jackson, nuevamente con los Salesianos. Recuerdo que fui con una valija de madera que hice en la UTU. Aunque seguía dentro de la familia Salesiana, la situación fue muy distinta, para nada buena, fue un año muy duro. Mi hermano recién había fallecido y mas que mi herma-no era mi amigo, “anímicamente me encontraba molido”. Además la Jack-
son estaba por cerrar y justo ese año, en el 87, se suspende el inicio de pri-mer año. Seguí en la escuela como internado junto con los que cursaban segundo y tercero de la Agrícola, e hice cuarto año en el liceo José Be-lloni, que me quedaba bastante lejos. Me encontraba muy solo, sin compa-ñeros porque los demás eran mayo-res, de otra generación, además no coincidían los horarios, así que comía solo, estudiaba solo y trabajaba solo. Realmente fue un año muy duro que me marcó, aprendí a valorar la situa-ción de la otra persona, aprendí a es-cuchar y a encarar cuando hay situa-ciones difíciles. “Si no hubiese sido por el apoyo que recibí de los sale-sianos, no aguantaba el año entero”. “El cambio más fuerte que encon-tré entre el Paiva y la Escuela Jack-son era que en el Paiva éramos hijos de peones y en la Jackson de gente más pudiente” . Los que estaban en el internado no trabajaban porque era pago, era otro sistema de funciona-miento, en mi caso como era becado colaboraba en tareas de manteni-miento y ayudaba en el tambo.
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