Ing.Agr.
Raúl Gómez Miller
Instituto Plan Agropecuario
Se aproxima el momento de definir la utilización de reservas forrajeras.
En varios sistemas las mismas han pasado a constituir un insumo básico
que sustenta y asegura determinados niveles de producción.
Obviamente a la hora de decidir la utilización o no de reservas forrajeras
en un sistema de producción, qué tipo de reserva utilizar, el
volumen necesario o su grado de participación en la dieta del ganado
debe primar un criterio económico.
Para eso es fundamental conocer cual es el costo de realización y su
integración en la alimentación con el correspondiente impacto
productivo.
En este artículo abordaremos precisamente estos dos puntos: costo de
elaboración de diferentes tipos de reservas forrajeras e impacto esperado
en la producción, con el correspondiente resultado económico.
Costo de las
reservas
Analizamos el costo
de tres tipos de reserva, cada una de las cuales podrá tener inserción
en diversos esquemas productivos: fardos de moha, silo de maíz y silo
de grano húmedo de sorgo.
Esta selección está basada en el hecho de que representan en cierta
medida las tres maneras básicas de conservación de alimentos:
elaboración de heno, silo de planta entera y producción de grano
para almacenar en el propio establecimiento. En todos los casos exigen además
una decisión de siembra, con el correspondiente costo, a diferencia de
la elaboración de reservas a partir de forrajes ya implantados.
Cuadro 1- Costos de implantación y elaboración
Fardos
moha
|
Silo
maíz
|
Sorgo grano húmedo |
|
Implantación Costo de laboreo |
60
|
114
|
93
|
Insumos:semilla, fertilizante, herbicida |
58
|
134
|
102
|
Costo de elaboración |
72
|
117
|
60
|
Costo total (U$S/ Há.) |
190
|
365
|
255
|
Fuente: Unidad de Gestión IPA
Frente a este costo genérico, cabe analizar por un lado el potencial de rendimiento de cada uno de estos cultivos y por otro su calidad como alimento.
a) Potencial
de rendimiento
En lo referente
a potencial se plantean tres alternativas, una de bajo rendimiento, una situación
promedio y una de alto rendimiento, para la cual -y tratándose de cultivos
de verano- tiene directa influencia el factor clima.
En base a estas distintas posibilidades lógicamente variará el
costo por unidad de producto obtenido: kg. de materia seca (MS).
Cuadro
2- Expectativa de rendimiento y costo por kg. de MS
Kgs. MS / Há. | U$S / Kg. MS | |
Heno de moha | ||
Rendimiento bajo | 3.300 | 0.057 |
Rendimiento promedio | 4.200 | 0.045 |
Rendimiento alto | 5.000 | 0.038 |
Silo de maíz | ||
Rendimiento bajo | 4.500 | 0.081 |
Rendimiento promedio | 6.500 | 0.056 |
Rendimiento alto | 9.000 | 0.040 |
Sorgo grano húmedo | ||
Rendimiento bajo | 2.500 | 0.102 |
Rendimiento promedio | 3.700 | 0.069 |
Rendimiento alto | 5.200 | 0.049 |
En este caso se
aprecia como el costo de un material puede más que duplicarse en función
de la expectativa de rendimiento. Para esto influye obviamente el cuidado puesto
en todas las operaciones tanto en la implantación como en la propia elaboración.
En el ejemplo, y partiendo de la base que se asume un costo de implantación
y elaboración considerable, lo que obviamente va asociado a la aplicación
de cierto nivel de tecnología, el piso propuesto (rendimiento bajo) no
es tan malo, aunque en la práctica puede darse el caso de que se incurre
en el gasto sin obtener ninguna producción.
b) Calidad de
las reservas
Además de
considerar el volumen de la reserva se debe tener en cuenta su calidad, es decir
su valor como alimento.
Los dos indicadores fundamentales que se deben considerar son el aporte de energía
y de proteína que hace dicho suplemento.
Para el caso de los tres tipos de reserva propuestos, los valores promedio resultantes
de numerosos análisis realizados por la investigación nacional
son los siguientes:
Unidades
de Energía (1)
|
%
de Proteína Cruda
|
|
Heno de Moha |
1.5
|
10
|
Silo de Maíz |
2.2
|
8
|
Sorgo Grano Húmedo |
2.8
|
8.8
|
(1) expresadas en Megacalorías de Energía Metabolizable (EM)
Debemos recordar
que en este caso también se manejan valores promedio y que los mismos
varían, fundamentalmente a la baja, en función de los cuidados
puestos durante la elaboración de la reserva y su conservación.
Si bien no es el objeto de este artículo, la variabilidad en la calidad
partiendo de un mismo material original, es debida a diferencias en el momento
de corte del mismo, a la operativa de recolección y elaboración
(compactación del fardo, pisado y tapado del silo, características
del embolsado en el caso del sorgo) y a la conservación y suministro.
De esa forma un fardo mal orientado en el campo, un silo que no se cubre correctamente,
dejando expuesto solamente el frente por el que está siendo consumido
o una bolsa de sorgo que no se repara frente al deterioro que puede sufrir,
conducen a pérdidas muy importantes en volumen y calidad del material.
Estas pérdidas inciden lógicamente en el costo incrementando de
manera muy importante los números manejados para una situación
promedio.
De todas maneras se puede establecer un costo por Unidad de energía y
por Unidad de proteína para cada uno de estos materiales, considerando
una situación promedio.
Material
|
Precio
(U$S/ kg.MS)
|
Precio
Unidad de Energía
(U$S/Mcal de EM) |
Precio
Unidad de Proteína (U$S/kg.de Proteína Cruda)
|
Heno de Moha | 0,045 | 0,030 | 0,45 |
Silo de Maíz | 0,056 | 0,025 | 0,70 |
Sorgo grano húmedo | 0,069 | 0,025 | 0,78 |
Las conclusiones elementales que se pueden extraer de este breve análisis
son que:
Impacto en la producción
Lógicamente
que el agregar un nuevo insumo al sistema de producción, como lo es el
uso de reservas forrajeras, se realiza frente a la expectativa de que ese costo
adicional se vea más que compensado por un mayor ingreso al establecimiento
(ingreso marginal).
La investigación nacional ha generado bastante información sobre
el impacto esperado tanto en producción de carne como de leche.
Ese impacto productivo puede verificarse en dos grandes áreas:
Producción
de carne
En los sistemas
tanto de cría como de invernada, las reservas forrajeras cumplen el papel
de voluminoso que permite manejar mayores cargas en periodos de baja producción
de pastura, más que como componente de calidad.
Aunque en el caso de la invernada, no escapa al hecho de que cuanto mayor sea
la calidad de la reserva utilizada mejores serán las ganancias diarias
de los animales. Considerando que éste es uno de los factores más
decisivos para definir el resultado económico en un proceso de engorde
intensivo, la calidad de las reservas es un factor que no se puede descuidar.
En ese sentido complementos energéticos tales como el silo de maíz
o el grano de sorgo se adecuan para mejorar el aprovechamiento de pasturas en
determinados momentos del año (otoño - invierno).
Experiencias desarrolladas por INIA, indican que es posible multiplicar por
4 la dotación que soporta una buena pradera durante el invierno, manejando
como base de la alimentación en ese periodo el silo de maíz y
dejando que los animales pastoreen apenas 2 horas. Esta práctica permite
un excelente aprovechamiento de un recurso escaso, como lo es una buena pradera
en invierno, aumentando de manera significativa el total de kgs.de carne obtenidos
en ella (se multiplica prácticamente por 3).
Lógicamente en cada caso debe manejarse la relación costo/beneficio
de la técnica: costo de la reserva (en kgs. de MS consumida) y producción
adicional (en kgs.de carne por su correspondiente valor).
Producción
de leche
El impacto del
uso de reservas forrajeras en lechería es claro en cuanto a su capacidad
de aumentar carga. Su uso normalmente deprime en algo la producción individual
frente a la alternativa de manejar solo pasturas de calidad, pero esto se ve
más que compensado por el incremento en el número de animales
que se pueden manejar en el predio.
La calidad de las reservas es un factor clave que afecta notablemente el comportamiento
productivo de las vacas lecheras, especialmente en lactancia temprana, de allí
que la respuesta esperada en producción pueda ser muy distinta de acuerdo
a la calidad de la reserva utilizada. El uso de una misma reserva (silo de maíz)
de mala calidad y de excelente calidad puede llevar a que la producción
individual aumente casi en un 50%.
CONCLUSIONES
GENERALES
A la hora de definir
la utilización de reservas forrajeras, se debe tener claro el objetivo
de su uso, procurando que efectivamente sirvan para permitir aumentar la capacidad
de carga del sistema o mejorar el balance de la dieta. Muchas veces sirven simplemente
para sustituir el consumo de pastura, agregando un nuevo costo y disminuyendo
en consecuencia el margen del negocio.
Como se ha demostrado,
una vez que se calcula el costo de las reservas tanto por kg. de Materia Seca
como por aporte de Energía, no hay grandes variaciones entre los tres
tipos que se han propuesto para analizar en este artículo. En este caso
lo que definirá la selección en el establecimiento podrá
ser entre otras:
Considerando las características particulares de cada una de las reservas manejadas en este artículo y sus posibilidades de uso en distintos sistemas productivos, se puede afirmar como apuntes generales:
Heno de moha
Silo de maíz
Grano húmedo
de sorgo
Estos son apenas
algunos conceptos muy generales; en definitiva la decisión sobre el uso
y tipo de reserva forrajera debe estar guiado por un criterio económico
y una adecuada planificación. Como en toda técnica, el conocer
los costos que le agrega al sistema y evaluar los resultados que se pueden esperar
de su uso, serán los elementos que debe considerar el productor.