¿PENCAS, CARRERAS, CUADRERAS O CALIFORNIAS?

Muchas veces hemos estado presenciando discusiones sobre el verdadero nombre de las carreras de caballos que se corren en nuestra campaña. Muchas, también sobre cuales son las diferencias entre unas y otras. Hasta hemos oído decir que las carreras de caballos las habían inventado nuestros gauchos.

Parece prudente meternos un poco en la historia y conocer los orígenes de estas competencias, así como la etimología de algunas palabras que parecen estar indisolublemente atadas a ellas. Desde allí, quizás, podamos acercarnos un poco más a la verdad.

Los orígenes más ciertos de competencias en que el caballo corre con un jinete encima, frente a otro en iguales condiciones se remontan a las primeras tribus mongoles y a sus pequeños caballitos. Según dice Daniel Vidart, estas tribus daban mayor importancia a la resistencia que a la velocidad de sus caballos. De allí que sus competencias fueran de largo aliento, medidas en leguas, sobre las estepas de Asia Central. Hoy todavía, esos pequeños caballitos, compiten en distancias de aproximadamente 30 kilómetros (6 leguas), como quien dice un raid corto o más o menos. Pero lo cierto es que parecen haber sido los primeros centauros. Posteriormente, hace unos cuatro mil años, los pueblos agricultores adoptaron el caballo. Pero a diferencia de los mongoles, para competir les prendían carros de guerra y valoraban más la velocidad que la resistencia. Otra diferencia notoria fue la de competir en circuito (de: circus) lo cual permitía tener una visión permanente de la carrera. Los griegos y los romanos practicaron intensamente estos deportes y así lo atestiguan múltiples expresiones artísticas de la antigüedad. En el mundo ibérico ya parecían conocer las carreras de caballos antes que los griegos y romanos y según la referencia corrían sobre sendas o caminos. Eran sumamente populares y nucleaban a gran cantidad de vecinos de las aldeas cuando se practicaban. Parecido a las nuestras, verdad ? 

Con la llegada de los árabes a la península, llegó también su cultura y con ella todo lo que tiene que ver con sus caballos. Ya definitivamente los corsos o cosos (del latín: cursus) serán de velocidad y de arte y destreza en los jinetes. Estas carreras harán furor en la Península. Reyes y pueblo, califas y hasta religiosos tendrán arte y parte en ellas. Las más importantes serán muy bien recompensadas, tanto al propietario del ganador, como al jinete. Y también estarán presentes las apuestas a todos los niveles. 

No cabe dudas que todo lo que tiene que ver con los caballos y la equitación vino a América de mano de los conquistadores españoles. Ellos trajeron los caballos, las formas de equitación, los arreos y toda la cultura generada en rededor de los equinos. Al llegar a estas comarcas, inmensas llanuras salvajes, tierras vacías, que posteriormente serán de vaquería, toda esta cultura tiende a sufrir un proceso de adaptación al medio. Adaptación que por cierto no hace perder el espíritu lúdico de los jinetes cualquiera sea su origen.

Y así, basta que se encuentren juntos de acaballo y "con un peso en el tirador" dos ociosos jinetes, vagos, malentretenidos o mancebos de la tierra o como gusten llamarlos los documentos de la época, para que con sólo un "envite" y un punto fijo de llegada ya esté atada la carrera. O también, dentro de una colonial aldea, para que dos hijos de solar conocido en el Nuevo Mundo emulen a los viejos señores españoles y aten una carrera para demostrar no solo la calidad de su equino, sino todo su poder en ese primitivo mundo con mucho por conquistar todavía.

El hábito de mover o hacer correr los jinetes o xenetes (pertenecientes a la tribu bereber xenetía) de a dos es de vieja tradición berberisca, no solo usada para la guerra o el combate, sino también para la competencia. Perfectamente ubicado allí la presencia del vocablo par (del latín: par que significa "igual o semejante totalmente") en lo que el Diccionario de la Real Academia también define como: "juntamente o a un tiempo" y su derivación inmediata parejeros a los caballos que corren juntos. La palabra correr tiene su origen en nuestro mundo en la voz latina currere, de antiquísima raíz indoeuropea kur. De allí derivan un mundo de vocablos que el lector podrá advertir en cuanto se lo proponga y que no solo pesan en los idiomas con base latina, sino también en las de base germánica. Pero eso es harina de otro costal.

El tiro es largo y deberemos terminar de recorrerlo en la próxima entrega.

ESPINILLO