La Fundación Rockefeller y la Biotecnología en las Plantas.
Parte 1

Dr. Gordon Conway (1)


La Fundación Rockefeller tiene alcance mundial y su cometido es intentar mejorar la calidad de vida de los sectores de población más desfavorecidos. Queremos estar seguros de que los rápidos cambios que se están produciendo en el mundo no estén dejando a los seres más vulnerables, aun en peor condición. Como parte importante de esta misión, en los últimos 15 años, la Fundación ha dotado con más de 100 millones de dólares a la investigación de la biotecnología, y ha entrenado a más de cuatrocientos científicos de Asia, Africa y Latinoamérica. 
Muchas de las nuevas variedades que se están desarrollando con la ayuda de nuestras concesiones, refieren a cultivos de tejidos y selección de técnicas de marcado, que no están comprendidas como plantas transgénicas. 

También tenemos inversiones en la producción de arroz transgénico. Se trata de investigaciones de agregados de genes destinados a la resistencia a los insectos y enfermedades varias.

Mucha de esta investigación con transgénicos se ciñe a agregar genes de condiciones de poco valor comercial. En los países en desarrollo y en particular en Asia, ciento ochenta millones de niños sufren de deficiencia de vitamina A, y todos los años mueren dos millones por enfermedades relacionadas a deficiencia endémica de vitamina A. Este problema es particularmente serio en lo que respecta a niños pobres de Asia, que son destetados con papilla de arroz y poca cosa más. Uno de nuestros concesionarios se encuentra modificando arroz para poder producir betacaroteno en el grano, que se convertirá en vitamina A en los humanos. El nuevo arroz dorado ofrece una oportunidad que nos entusiasma, para complementar programas de suplementación de vitamina A, en especial en zonas rurales de difícil acceso. Este mismo concesionario también ha logrado incorporar al arroz genes que incrementan por tres su disponibilidad de hierro. Eso va a ayudar a una importante porción de una población mundial donde casi dos mil millones de personas -en su mayoría mujeres y niños pobres- sufren de anemia por deficiencia de hierro.

Otro de nuestros concesionarios, en este caso en México, ha agregado genes al arroz y al maíz, para permitir que las plantas toleren altas concentraciones de aluminio, que es un problema de toxicidad de los suelos que limita la producción vegetal de cereales en vastas áreas de los trópicos. 

Creemos que estos descubrimientos resultan muy promisorios para las poblaciones de los países en desarrollo. Sin embargo, el uso de esta investigación está amenazado y motivando controversias por parte de los europeos, y en alguna medida también por los Estados Unidos. Es peligroso que la investigación experimente rechazos, particularmente si se comienzan a prohibir los ensayos de campo. Por supuesto que es solamente a través de este tipo de ensayos, que se pueden evaluar tanto los beneficios como los riesgos que se corren. Los ensayos de campo son importantes también para poder adaptar las eventuales innovaciones a las circunstancias locales. 

Mucho de lo que se dice en Europa está impulsado por la pasión. Algunos argumentos son simplemente contra corporaciones o ecos de sentimientos antiamericanos. Pero subyacente a algo de esta retórica, hay verdaderas preocupaciones sobre las consecuencias de índole ético del uso de la biotecnología, o por prevención sobre daños al medio ambiente y su eventual impacto potencial sobre la salud de las personas. 

Quisiera referirme a cuatro puntos sobre la biotecnología, dentro de un contexto global, y sugerir algunas formas de movernos mejor en el diálogo que debe salir adelante.

1. El apuro por conseguir productos comercializables conduce a errores, incomprensión y repercusiones negativas respecto a la tecnología de las plantas. La biotecnología podría ser, en el siglo que se inicia, la llave de la seguridad en cuanto a alimentos se refiere, pero se deben hacer esfuerzos conscientes en el sentido de mantener un ritmo de marcha gradual, que permita observar los efectos no previstos antes que aparezcan daños irreparables. O sea, que la prisa podría terminar privándonos de la oportunidad de beneficiarnos con esa tecnología.

2. Los sistemas de obtención de variedades agrícolas en los países en desarrollo, no están demasiado preparados para acompañar los rápidos cambios que se van produciendo. Han sido muy dependientes del intercambio libre internacional de germoplasma. Esto ha impedido en cierta medida innovaciones en estos países. Como la investigación en vegetales dentro del mundo industrializado ha quedado en manos de firmas privadas que son celosas de sus derechos sobre las tecnologías utilizadas, se ha enlentecido el proceso innovador en los países en desarrollo. Las instituciones productoras de especies vegetales del sector público no atinan a responder a esto, y cuando lo hacen, quedan sobrepasadas por la disparidad de medios y poder negociador que hay entre ellas y las compañías privadas. 

3. El uso de tecnologías "terminator", diseñadas para evitar la germinación del grano para semilla. Esto impide a los productores de los países en desarrollo guardar su propia semilla, lo cual se ha traducido en una fuerte oposición en todos los sectores. 

4. Hay acuerdo en conversar más bien sobre la marcha, bastante emocionalmente y en tono agrio. Además se lleva mal la cuenta, y hay poca transparencia en el correr de estas discusiones. El diálogo necesita ser mas publicitado, mejor instrumentado y que más gente quede comprendida en él. Habría que crear un espacio destinado al público, que baje un poco el tono, y aumente el contenido de información real y el intercambio de ideas. 

Sobre la base de los cuatro puntos mencionados, sugeriría algunas cosas que podrían llevarse a cabo sin demora, con ánimo de mejorar la situación.

Seguridad de los alimentos en el mundo "globalizado"

En la Fundación Rockefeller sabemos que la globalización no tiene retorno, pero también sabemos que no podemos levantar un marco global que favorezca a todos a la vez, lo que a la larga no beneficiaría a nadie. No podrá haber un futuro de estabilidad en el que la tercera parte de la humanidad viva en el filo de la navaja de la inanición, mientras que el resto se va haciendo más y más próspero. Simplemente, así esto no camina. 

A pesar del éxito de la Revolución Verde que ha mantenido la producción de alimentos en aumento acompasando el crecimiento de la población, hay 800 millones de personas en el mundo de hoy, que se encuentran subnutridas y 180 millones de niños notoriamente por debajo de su peso normal. Hay 400 millones de mujeres en edad de tener hijos que padecen de deficiencia de hierro y de anemia, que son causas de mortalidad maternal e infantil. 

Acompañando a estos desafíos, habrá 2 mil millones más de bocas para alimentar en el año 2020. Algunos modelos econométricos predicen que el mercado de la oferta se acompasará con el de la demanda para ese momento. Pero de todos modos habrá casi mil millones de personas por fuera del mercado, crónicamente desnutridos. Los modelos asumen también la continuidad de las tendencias productivas del pasado. Esta presunción admite discusión. En aquellas regiones que se han beneficiado con la Revolución Verde se está enlenteciendo el crecimiento experimentado por los rendimientos. Hay muchas razones para ello, pero la más importante es que se ha llegado al límite para las tierras más aptas para el cultivo, y se ha extendido y aumentado la degradación del medio ambiente natural. 

Creo que la respuesta estaría en lo que llamo "Doble Revolución Verde", la que además de tener éxito en términos de productividad como la primera Revolución Verde, es además ecuánime y natural con el medio ambiente. Esto es un desafío que intimida y generalmente es poco tenido en cuenta, pero necesariamente debe afrontarse. 

La respuesta en parte estaría en utilizar esquemas ecológicos, tales como un manejo integrado de las pestes, que sustente una agricultura conservacionista. 

Otro ingrediente básico es el desarrollo de esquemas participativos que aprovechen la experiencia personal de los productores y su capacidad de decisión, aunque con eso solo no basta. La biotecnología va a jugar un papel esencial si deseamos sobrepasar los límites actuales de rendimientos, desarrollando cultivos sin excesiva dependencia de los pesticidas y herbicidas, más resistentes a las sequías y problemas de salinidad, realizando un uso más adecuado del nitrógeno y otros nutrientes. 

La tecnología puede ser de ayuda pero no puede proporcionar la respuesta a todo. El fin del hambre y la vulnerabilidad requiere de un paquete de decisiones políticas. La tecnología proporcionará una parte de las soluciones, pero las decisiones políticas también afectarán el buen uso de la tecnología y quiénes se van a beneficiar de ella. 

El intento de asegurar un futuro que contemple a los más pobres y excluídos no es solamente una tarea gigantesca, sino que podemos también decir, que no es tarea propia de una sola empresa. 

Debemos hacernos cargo de que se trata de compartir las metas. Es un problema que pide acciones colectivas y tomas de decisiones, sin claridad aparente para operar, sin intereses definidos concretamente, sin modelos a seguir y sin ninguna entidad específica que esté a cargo. Cada uno debe cumplir su papel. 

Me gustaría dividir los presuntos peligros de la biotecnología en tres tipos: 

  • riesgos para el medio ambiente, 
  • riesgos para la salud y para los productores en particular y 
  • peligros posibles para la viabilidad y continuidad del sistema alimentario
Riesgos para el medio ambiente

Me referiré primero al medio ambiente. ¿Por qué tanto crispamiento? se preguntan algunos en la industria de la biotecnología. Los que están a favor de la modificación genética de las plantas, a menudo argumentan que esta tecnología tiene poca diferencia con las técnicas tradicionales de cuidado de las plantas. Los hombres han estado manejando los cultivos durante miles de años, criando plantas y desarrollando híbridos con mejores cualidades. La mayoría de los cultivos para alimentación, sean genéticamente modificados o no, son muy diferentes de sus ancestros. Algunos partidarios de la modificación genética, argumentan que la nueva tecnología simplemente apura los procesos; insisten en que hay una diferencia muy pequeña con respecto a las técnicas de mejoramiento tradicional de las plantas.

Otros señalan que los genes nuevos agregados a este tipo de cultivos pueden escapar a través del polen hacia las malezas más cercanas u otras plantas cualesquiera, y los subsiguientes cambios súbitos podrían alterar el medio ambiente. Es un argumento a tener en cuenta. Por ejemplo, en 1993 un grupo de científicos asesores de la Fundación Rockefeller del programa de biotecnología del arroz, llegaron a la conclusión de que la posibilidad de una transferencia genética del arroz cultivado a las malezas que se le relacionan en Asia era tal, que para un período de tiempo largo, algunas transferencias probablemente ocurrirían igual entre aquellas especies con estrecha relación entre sí. Recomendaban que los medios de control de campo fueran diseñados con especial cuidado, y se localizaran a distancias grandes de cualquier especie silvestre similar. 

Aún con algo tan obvio como benéfico como el agregado de genes que aumenten el betacaroteno en el arroz, necesitamos examinar seriamente las posibles consecuencias (si las hay) en caso de que esos genes se transfieran por el polen a una especie que se le relacione. Los riesgos pueden ser mucho mayores en los países en desarrollo, donde en la misma zona la tierra cultivada, a menudo está intercalada con tierras sin trabajar. 

Debemos observar entonces el principio de precaución: cuando cualquier cultivo genéticamente modificado se desarrolla en su región de origen, o hay plantas de especies relacionadas, puede darse la transferencia vía polen de genes a ellas, y hace falta suficiente cuidado y estudio sobre las consecuencias de un escape de esos genes, mediante una correcta evaluación de riesgos y beneficios.

Hay otra área de consideración, que se refiere a plantas modificadas que contengan genes de patógenos virales de las plantas, que podrían intercambiarse con otros genes virales, creando con ello cadenas virales completamente nuevas, de propiedades desconocidas. Los investigadores necesitan estar seguros de que los genes virales agregados a las plantas para conferirles resistencia, no permitan la formación de nuevos virus. Los investigadores están diseñando estrategias para reducir tales riesgos, pero hasta que no esté bien comprendido cómo funcionan, se deben utilizar con cuidado y se deben controlar de cerca.

La utilización de los genes de la bacteria Bacillus thuringiensis (Bt) para producir un insecticida natural para las plantas, constituye otro ejemplo de la necesidad de controles cuidadosos. Los cultivos que contienen genes de la toxina Bt fueron los primeros transgénicos comercializados, y ya han demostrado su efectividad para el control de insectos y reducción del empleo de pesticidas. Sin embargo, es notable la evolución de los insectos para transformarse y evadir tales genes. Para comprender estos asuntos, debemos ubicarnos en terreno preventivo para procurar no tener que desarrollar más tarde una cura. 

Riegos para la salud

Miremos ahora los efectos sobre la salud de la gente. Existe alguna preocupación por que los cultivos genéticamente modificados puedan dar lugar a la descalificación de algunos antibióticos corrientes. Estos temores se centran en los riesgos de transplante de genes que pudieran producir resistencia a los antibióticos. Algunos países europeos ya han prohibido la comercialización de cultivos que contienen resistencia a antibióticos en sus genes. 

Un comité de la Unión Europea ha recomendado hacer lo mismo en los Estados Unidos. Si se sigue utilizando a los antibióticos como disparador, se da lugar a inquietudes que podrían fácilmente ser evitadas. 

La cuestión de las reacciones alérgicas a nuevas proteínas, es más bien teórica. Se basa en que los genes incorporados que producen proteínas en las plantas pueden causar reacciones alérgicas a las personas que consumen esos alimentos. Hay mucha retórica sobre las reacciones alérgicas, pero da la impresión de que han aumentado más en los países industrializados. Su extensión y etiologías son motivo de disputas encendidas entre los propios especialistas. Nos preguntamos si es posible que las variedades de nuevas plantas puedan crear nuevas alergias, o exacerbar las actuales. Por supuesto que sí.

Hay más temores sobre el tapete, pero tienen menos base científica. No hay evidencia de daños al sistema inmunológico, o con respecto al cáncer, a través de alimentos genéticamente modificados, pero no estamos en condiciones de salir al encuentro diciendo solamente que no hay evidencia de perjuicios en concreto. 

Tiene que haber una nueva cultura con sistemas apropiados y respaldo institucional inmediato, que presente controles cuidadosos, informes abiertos y honestos, y dé lugar a la participación pública con respecto al impacto de la biotecnología vegetal sobre la salud de la gente. Solamente siendo cuidadosos, preocupados, interesados y de mente abierta, vamos a convencer a una mayoría de personas razonable de que nos asociemos en lo creíble, para encontrar nuevas formas de alimentar a la gente, sin crear problemas sanitarios que resulten peores que el hambre. 

Los países con desnutrición o inanición pueden permanecer más indiferentes frente al riesgo de las enfermedades manejadas por los grupos de presión norteamericanos y europeos. Pero el desfavorecido tiene derecho a decidir por su cuenta y necesitan información y métodos de decisión. Estas deben estar basadas en sus propios análisis de necesidades y prioridades. 
 

Síntesis del informe presentado al directorio Monsanto
Junio de 1999, Washington DC