¿Trazabilidad made in Uruguay?
El problema.
Desde hace más de 2 años se maneja en el país con cierta inquietud el tema del sistema de la trazabilidad que eventualmente sería aplicado a las carnes uruguayas con destino a la Unión Europea. Varias instituciones se han interesado en el problema y asimismo se han escrito distintos trabajos que han ido esclareciendo algunas dudas sobre el alcance de la trazabilidad y el etiquetado de nuestras carnes. Aún así tenemos la impresión de que permanecen "zonas de sombra" que sería oportuno ir aclarando y eventualmente, cuestionando.
El concepto de trazabilidad se basa en el reglamento de la Unión Europea No 820/97 del 21 abril de 1997 que indica que "Cada Estado miembro establecerá un sistema de identificación de los animales que incluirá los siguientes elementos:
· Marcas auriculares destinadas a identificar cada animal en forma individual.Desde la publicación de esa norma, los países miembros de la UE han desarrollado diferentes sistemas para lograr el objetivo de identificar los animales desde el nacimiento hasta su sacrificio. Otros países, principalmente exportadores y externos a la Unión han desarrollado sistemas aceptables por esta última. Teóricamente, la identificación y el etiquetado se extiende también al producto y a cada uno de los cortes. En la práctica, los cortes no son identificados y el etiquetado se limita al cuarto de res.
· Base de datos informatizada.
· Pasaporte de los animales.
· Registro de los animales llevados en cada explotación ."
En un reciente trabajo realizado por el Plan Agropecuario (1) se describen los sistemas adoptados por diferentes países así como las ventajas y los inconvenientes de cada uno de ellos.
El problema que se plantea en esta nota es el siguiente: La Unión Europea considera que la trazabilidad debe ser obligatoria para todos sus países miembros. En el caso de los países exportadores a la Unión Europea, se les ha dado un plazo hasta el año 2002 para poder implementar un sistema de trazabilidad que satisfaga las exigencias de la UE. No todos los sistemas deben ser iguales, pero deben individualizar cada uno de los animales. La individualización "colectiva" de las tropas y en consecuencia la de los animales (que es el sistema adoptado por el Uruguay utilizando los servicios de DICOSE) ha sido hasta ahora aceptado por la UE pero no sería necesariamente más válido después del 2002, salvo eventuales postergaciones. Si queremos mantener el mercado europeo con las ventajas indiscutibles que ello significa para nuestras exportaciones, no parecería haber otra alternativa que la de implementar un sistema de trazabilidad individual dentro de plazos relativamente breves.
Las implicaciones
Organizar un sistema de trazabilidad no es simple ni barato. Aún utilizando parte de las estructuras existentes se necesitará un considerable esfuerzo de informatización y sobre todo de coordinación entre los productores, los servicios gubernamentales de control y la industria. Las experiencias en el extranjero indican que una de las mayores dificultades para la puesta en marcha de la trazabilidad ha sido la resistencia de los productores en seguir en forma disciplinada las orientaciones del gobierno y de los técnicos. A veces, el escepticismo y la falta de rigor de algunos productores ha atentado contra una buena marcha del sistema, pero puede afirmarse que ahora está siendo aceptado sin serios problemas. En el caso de la Unión Europea, el hecho de que el número de animales por establecimiento sea poco numeroso ha facilitado las cosas. La situación en las propiedades extensivas del Río de la Plata puede ser diferente.
El problema que se plantea para el Uruguay es que sólo una parte de su producción (alrededor del 50%, a veces menos) es exportada y que de ese total de exportacion solo el 25,8 % estaría destinado a la Unión Europea (Promedio 1991 – 1999). Los animales que irían a la exportación no se crían ni se engordan en forma separada de aquellos que irán al abasto. Algunas veces las carcasas comercializadas para el abasto pueden ser eventualmente enviadas a la exportación si sus características cumplen con las exigencias de determinados clientes extranjeros de manera que un programa de trazabilidad difícilmente se pueda instrumentar sin considerar a todo el rodeo nacional, lo cual lo encarecería innecesariamente.
El consumo interno, por otro lado, no da señales de preocupación por un sistema trazable. Es lógico pensar que la razón de ello está en que el consumidor sabe, por lo tanto es consciente, de que los sistemas de engorde en el Uruguay no afectan a la salud humana.
En todo caso, y como precaución, una estrategia de marketing para consolidar esa idea, mostrando y demostrando que nuestros sistemas de alimentación animal no perjudican la salud de la población consumidora y que además se alinean en lo recomendado por los organismos internacionales, no debería descartarse.
¿Tiene sentido una trazabilidad individual?
Después del episodio de la vaca loca en Europa ocurrieron varios casos de carnes contaminadas. En consecuencia la UE y sus países miembros han hecho esfuerzos para consolidar la seguridad alimentaria y dar a los consumidores ciertas garantías sobre los productos que se comercializan. A pesar de ello, se repiten los casos de contaminación. Podemos afirmar que hoy, aún con todas esas precauciones que se han adoptado, el consumidor europeo no está totalmente protegido contra las consecuencias de alimentos contaminados. Ese es particularmente el caso de las carnes. El consumidor lo sabe, lo teme y exige cada vez mayores controles.
La trazabilidad fue implementada no únicamente para cerrar el camino a la enfermedad de la vaca loca y a otras patologías que se transmiten a través de los animales como la enteritis hemorrágica provocada por la Escherichia coli. La trazabilidad formaba también parte de una campaña para asegurar a los consumidores que se tomaban todas las precauciones para evitar que episodios similares al de la vaca loca no se repitieran en el futuro.
Puede afirmarse que el Uruguay está libre de ese tipo de enfermedades que tanto alarman a los europeos. Como es bien sabido, en nuestro país los animales son criados y engordados a campo y no se utilizan suplementos con harinas de orígen animal, posible fuente de contaminación. Se nos plantea entonces la siguiente interrogante: ¿Vale la pena embarcarse en un sistema de trazabilidad individual para controlar enfermedades que no existen en nuestro país?
El estudio del Plan, citado anteriormente, en su segunda parte incluye un capítulo sobre estadísticas del cual se deduce:
1. En el caso hipotético que el Uruguay no exportara más su carne a la Unión Europea dejaría de percibir aproximadamente US$ 32.5 millones anuales, perdiéndose US$ 181 por tonelada peso carcasa.To be or not to be2. Al disminuir el precio promedio de exportación por perder el mercado de la Unión Europea, habría una reducción del precio por kilo en pie percibido por los ganaderos, que no estamos en condiciones de precisar, debido a que la formación del precio que se paga al productor no está compuesto exclusivamente por los precios de exportación.
Lo que en buen español quiere decir "Ser o no ser" y que en nuestro caso concreto, actualizando las informaciones al día de hoy se traduciría en :"¿Mantenemos nuestra relación con el mercado de la UE a costa de embarcarnos en una Trazabilidad Individual o aceptamos la pérdida de ese mercado?"
Parece obvio que no nos podemos arriesgar a perder un mercado valioso y atrayente como el de Europa, por no querer implementar un sistema de trazabilidad, cuando en este momento la adecuada comercialización de nuestros productos es una de las prioridades fijadas por el nuevo gobierno y porque además es previsible que en poco tiempo más sea una exigencia de consumidores fuera de la U.E.. A la vez, no podemos ignorar que el costo de una trazabilidad individual tal como lo exige la UE será muy elevado. Y ese costo, agregado a las consecuencias de la sequía, del endeudamiento, al problema de los precios internacionales y regionales, complicaría aún más la situación de nuestro sector.
Considerando entonces esa perspectiva, resulta imprescindible hacer un nuevo planteamiento ante la UE para que el caso de las carnes provenientes del Río de la Plata sea examinado bajo una luz más realista. Es decir que los sistemas de trazabilidad "colectiva" tal como se ha hecho hasta ahora con la participación de DICOSE sean considerados válidos y adaptados a las formas de producir carne en nuestra región. Podemos utilizar como argumento valido el de producción para PLASMON, que originalmente utilizaba un sistema de identificación individual y con el tiempo, gracias a la confianza ganada, pasó a un sistema de identificación del productor. Persistir por parte de la UE en la implementación de una trazabilidad individual tendría un tono que se acerca cada vez más al de una barrera no arancelaria. Es obvio entonces que en ese caso, la única solución viable ya no es la técnica sino la política o la diplomática.
Ing. Agr. Percival Bono Consultor de F.A.O.
Ing. Agr. Hugo Durán Martínez Instituto Plan Agropecuario